domingo, 2 de noviembre de 2014

El cáliz sagrado





Voy mostrando mi silencio mientras hablo con las manos. Mi mente crea lo que no existe y lo trae a este mundo. El don de la palabra dormida llegada de tiempo pasado. Aquí un gesto, un susurro del viento en la rama, un arroyo que gime, aullidos lejanos, silencio de la garganta.
No marques mis pasos, se borra solos y la niebla los cubre. Enciendo una hoguera en medio del círculo para los guardianes del norte. Traigo frutos para ellos, vino para mi diosa, ansia de aprender para mi alma y mi mente.
Os voy mostrando mi silencio, pues el tiempo de la palabra está cerca, el tiempo de la acción es inmediato.
Susurro, pienso, canto profundo en silencio. Tambores desgajados, manos ensangrentadas de tocarlos, pies en llagas de dar vueltas en el campo...
Silencio, dejad que se muestre desnuda de toda mentira. Silencio, dejad que sea la que es, la grande y la verdad. Dejad que ella conceda, nada hay que pedir que necesitemos, soy su muestra a vuestros ojos. Dad un paso, ella os espera desde el tiempo de los tiempos, la flor florecida, el cáliz sagrado, el principio de la creación, la voz de su dios, la voz de mi dios.
 
 

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