martes, 13 de enero de 2015

No es siempre digno escribir al amor





 

 
Mientras yo le escribo al amor,
alguien escribe sobre la azada que levanta la tierra.
Como si por amar se comiera uno los terrones,
si fuera posible tirar atrás la tierra y sólo así ya crecieran las simientes.
Dejamos todo de lado y Amamos!
 como si por desearlo todo estuviera resuelto.
Pero me gusta el poeta, ese que escribe sobre la tierra y la azada.
El que grita para liberar al niño de la postura,
al hombre de los callos en las manos,
 a la mujer del llanto que no basta para regar el surco.
 
Esas promesa de no fallarnos no aventan la tierra ni la paja del grano.
El aire limpia, el agua riega, la tierra, la simiente...
La niebla de mi nombre sobre otros nombres,
 alma que siembra acaso esperanza en medio del alba.
 
Unos elevan el cuerpo dolorido para volver al campo
 y un poeta les canta, los clama, los hace grandes.
Yo en esas horas tempranas torno a mirar las horas,
clavadas las agujas en mis párpados,
tic, tic,...no escucho el tac, amanece en una sola sílaba arrastrada.
 
No es siempre digno escribir al amor,
pues el amor ha de tener dos sílabas para ser amor
 y no ser la tierra yerma.
Escribiré tal vez sobre la tierra,
y sobre ella tumbada, derramada, boca arriba!
más difícil todavía!
 
 
 

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