26 de marzo del 2015
Me siento ante una tenue luz, los ojos duelen demasiado. Otra vez, y quizá no la última. Se van sin saber si su regreso será cierto. Los compañeros rotos, la familia minera con dolor y tu familia, qué decirle a tu familia! No es fácil acercarse a esa mujer y a sus hijos. A esa mujer que cree que todo es una pesadilla, que si llega el sueño, despertará y todo habrá sido mentira. No es fácil acercarse a los que nos tiran por el suelo, a los que dicen y se llenan la boca siempre con lo mismo: "los privilegios del minero". El privilegio señores políticos, empresarios y demás, el privilegio es morir joven o enfermo. Cada dos por tres, salir a defender lo nuestro en la calle, esa que aún es de todos. El privilegio y lo es, es ser la familia más grande del mundo. La familia está en los peores momentos. La canción de nuestra Santa, dice : " la muerte llama a conceyu" y allí estamos cuando lo hace, valientes, defendiendo el derecho a dar de comer a nuestras familias; allí estamos, con el par de cojones y ovarios que os faltan a los que vivís de verdad a costa de nuestras tragedias. No me avergonzarán jamás las manos negras de carbón de un minero, están limpias, cosa que vuestras aparentes impolutas manos no lo están, pues para tenerlas limpias, la conciencia ha de tenerse y ha de estarlo. No me avergonzaré jamás de no dar mi brazo a torcer ante lo que nos queréis hacer tragar. Jose no estará en las próximas movilizaciones, no estará físicamente, pero estará a la cabeza y a los lados, con todos los mineros que partieron antes. Orgullosos de su raza, de su familia minera, y apoyados en el hombres de sus mujeres, que valientes, con lágrimas de rabia están arropadas por el resto. Estarán con nosotros en cada avance, en cada tajo, en cada rampa, estarán cerca riendo con nosotros porque un minero nunca deja a sus compañeros. Que tus manos limpias de minero, den calor a tu casa, que tu amor siga fuerte ahora que te extrañarán tanto, que el futuro no nos encuentre varados. Por todos y cada uno de vosotros, que el derecho a una vida digna no cueste la vida. Descansa Jose, un abrazo a tu familia y a la familia minera.
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