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| https://www.youtube.com/watch?v=eJslMr6NefE If you want me" by Marketa Irglova / Glen Hansard |
Vuelve y atenaza mi garganta de nuevo. Está agusto entre las penas, si asoma y no hay tristeza me deja sentada a solas en medio de la fría noche. Es aquel dolor del pecho el que la atrae.
Aquella que necesito para ser plena, aquella que mesa mis cabellos y arruga mi frente. La que golpea el teclado y rasga los cuadernos.
La trae el otoño y tus ojos del color de la noche. Esos que traen arrastras todos los pesares que te callas, esa tristeza que conozco porque ha vivido conmigo muchos años.
Sé qué hubiera sentido si cayeran sobre los míos mientras tú reposabas sobre mi piel. Sé que siento si los miro desde aquí. Sé que viene contigo de la mano, con el aroma a tiempo fresco, con esa brisa en el puerto. Vuelve con el aroma a incienso de los puestos callejeros, porque la iluminan los focos de la catedral y la farola que parpadea de mi calle.
Ayer sentí de nuevo, y para sentir tuve que dejar correr casi una lágrima completa, de tanto sentir se quedan dentro, como si fuera mejor ver el mundo velado a través de ellas, cortina ante ese mundo que pisa mi vestido largo y nuevo.
Y miro, veo y me rompo ante tus ojos. Tu sonrisa tenue y todas las circunstancias y ausencias. No me permito soñar contigo, no me dejo enamorar si no es por ella.
Ella a la que añoro, ella que me hace plena, ella que me mata para darme la vida.
Como una Diosa, como la mía, como el pecho que me alimenta en el desierto en el que habito. El cuento que nadie escribió porque n ose atrevió a estropear el final con un consejo.
Dime ahora que te quedas un tiempo, miente si es necesario, ven y desborda tu ira sobre mí, me rindo ante tu ausencia, no me dejes, no me mates, no permitas que te ame y que te llame, no me dejes sin beber a tus pies.
--Mayo--
Tal vez nuestra musa nos mate un poco, pero tal vez no vivamos tampoco sin ella.
Aquella que necesito para ser plena, aquella que mesa mis cabellos y arruga mi frente. La que golpea el teclado y rasga los cuadernos.
La trae el otoño y tus ojos del color de la noche. Esos que traen arrastras todos los pesares que te callas, esa tristeza que conozco porque ha vivido conmigo muchos años.
Sé qué hubiera sentido si cayeran sobre los míos mientras tú reposabas sobre mi piel. Sé que siento si los miro desde aquí. Sé que viene contigo de la mano, con el aroma a tiempo fresco, con esa brisa en el puerto. Vuelve con el aroma a incienso de los puestos callejeros, porque la iluminan los focos de la catedral y la farola que parpadea de mi calle.
Ayer sentí de nuevo, y para sentir tuve que dejar correr casi una lágrima completa, de tanto sentir se quedan dentro, como si fuera mejor ver el mundo velado a través de ellas, cortina ante ese mundo que pisa mi vestido largo y nuevo.
Y miro, veo y me rompo ante tus ojos. Tu sonrisa tenue y todas las circunstancias y ausencias. No me permito soñar contigo, no me dejo enamorar si no es por ella.
Ella a la que añoro, ella que me hace plena, ella que me mata para darme la vida.
Como una Diosa, como la mía, como el pecho que me alimenta en el desierto en el que habito. El cuento que nadie escribió porque n ose atrevió a estropear el final con un consejo.
Dime ahora que te quedas un tiempo, miente si es necesario, ven y desborda tu ira sobre mí, me rindo ante tu ausencia, no me dejes, no me mates, no permitas que te ame y que te llame, no me dejes sin beber a tus pies.
--Mayo--
Tal vez nuestra musa nos mate un poco, pero tal vez no vivamos tampoco sin ella.
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