martes, 24 de septiembre de 2013


(Imagen y texto, propiedad de M.Y.M.R)

https://www.youtube.com/watch?v=RwGYLWUNgqs


Querida hermana:
 Te escribo para contarte las nuevas, aunque ya te digo, que creo que no todas son agradables. Empiezo por lo peor, y así, le vamos quitando fuerza a esta misiva. Recuerdas a la sobrina, la de Bilbao, de la Manuela del ultramarinos? Era una muchacha, dicen todos que malcomida, que está en los huesos, y eso es que poca cosa se lleva a la boca. La cosa ,es que en este estío, ardiente donde los haya, que otra vez nos cortan el agua, pues esa misma, tu padre, padre ,qué padre va a ser? se ha fugado con la moza. Dicen las cotillas del pueblo que a Barcelona, vete tú a saber. Bebe un poco de agua, si lo necesitas ,aunque tú siempre has sido una persona muy fuerte. Espero un poco a escribir mientras lo haces, no te preocupes, que espero. Vaya, no caía en que tú pararás de leer, hija! como ya sabes ,soy muy bruta, no me daba cuenta no es necesario. A lo que iba. Los abuelos, aunque abiertamente, están muy indignados, se los nota contentos de por fin, haberse librado de padre. Como dice la abuela:- pero qué oficio tuvo este gañán que no fuera preñar a la Claudia? Se le abrió el cielo con la hija del médico. Madre, puedes imaginar el disgusto, o eso creo ,ya sabes se casó muy enamorada de padre. Pero claro, a él, la redondez de sus carnes, no debe agradarle mucho para irse con la tal moza. Nuestras hermanas, más dadas al drama, llevan caldos a madre a la cama, y le agitan el abanico en todos los morros, que no sé yo, si no terminará con un catarro además de con un soponcio. Ya ves ,las cosas, están difíciles. Eso sí, a la hora de las comidas, casi silencio y como que nada ha pasado. La Mari, la criada, dice al chico del establo, al Pablo, que todo esto pasa porque somos una familia que no cree en nada, que el no ir los domingos a misa, más pronto o tarde, habríamos de pagarlo, y que normal que la gente nos hable, pero por el dinero del abuelo ,que no porque en el fondo nos quieran o respeten.
 Pancracio, el pobre, (menuda carta, para hacer solo un mes no te escribo, y espero recibieras, la anterior, que nada sé aún de ti) cayó por un barranco, mientras buscaba lagartijas, o eso dijo el pastor, que fue quien lo trajo a casa en el carro. Se dio un golpe en la cabeza, tremendo, traía la sangre seca y casi se lo comían las moscas, pues hasta las necesidades se había hecho encima. Y de nuevo, la abuela, siempre práctica, ha dicho ,que podría haber sido peor nos hubiera pasado a una de nosotras, que el pobre, en su desgracia, total, ya había nacido tonto, y como parece haberse quedado igual, poco ha pasado y mejor no haya quedado en cama.
 Marisa, sigue a todas horas escribiendo cartas de amor al chico de la carnicera. Parece abuelo verlo bien, como lo veía padre, que con las caras que le pone a la niña, vienen filetes en vez de rosas ,y dinero tenemos, y no precisamente es el abuelo Gerardo de no saber ver las oportunidades, así que, la dejan hacer y que el niño de la leche, le lleve al mozo tan perfumadas letras. Parece esta relación, no encierra los peligros de la Herminia, que ya sabes, el hijo de Saúl, era poco para esta familia, y si no es el cura, pasa la noche con ellos en la iglesia, a estas alturas, sobrinos tenemos, pero sin apellido paterno, y ya dice el abuelo ,una cosa es no ir a misa, y otra es que os revolquéis como perras en celo, por los prados sin pudor y sumiendo mi nombre en la inmundicia. Todo esto, me lo ha ido contando Herminia, que desde que te fuiste, me ha hecho su confidente. Me alegro mucho de que la casa sea tan grande, porque a veces, al pasar a dar los desperdicios a las cerdas, los he escuchado en el pajar. Tú fíjate cómo será la cosa! Ella me ha explicado ,que las mujeres que se creen decentes, y sus maridos, cierran la puerta del cuarto y las contraventanas, pero que su marido, la ama de veras, y esto, lejos de ser pecado, es amor, y que están orgullosos de amarse, dice ella, en cualquier parte, con luz y todo fíjate! De todos modos, no estoy yo muy segura, pero si la oigo gritar y decir ay, ay, ay! Yo creo la maltrata, como el de la pescadería a aquella mujer que se tiró desde lo alto del puente, el caso es que se la ve un color, que es la envidia de todas las casadas del pueblo.
 De mí, poca cosa puedo contarte, procuro no pincharme con la aguja a la hora de bordar, y que abuelo no se enfade como el día que nací, que ya era la tercera hembra que paría madre, y creo eso no me lo perdona nunca. Te digo también, que te echo en falta a la hora de acostarme, porque me gustaba me leyeras cada noche un rato y te rieras de mí que no siempre entiendo bien lo que me lees, y es que tonta, tonta, no soy, pero me acerco.
 Sin más, un beso grande y fuerte de tu hermana, que te quiere, Clara.

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