Cosas que no tienen sitio

02/04/2014 Antonio Manilla

Los campamentos a las puertas de la ciudad, donde chabolas con solera acogen a familias instaladas en las fronteras de la sociedad, en ese Danubio simbólico donde acampaban los bárbaros mirando desde la distancia de la otra orilla a la civilización: los fuertes y murallas que los romanos disponían contra ellos. O a una televisión. Viviendo extramuros. En donde crecen las ortigas.

El ave errante de un vagabundo cuyo corazón se detuvo, en mitad de la noche, mientras dormía bajo la inclemente helada leonesa, a las puertas de un comercio en la calle mayor. Fue descubierto por los dependientes, certificado por la policía, fotografiado por un reportero madrugador. Murió intramuros pero vivía al margen. Como un infiltrado. En el exilio interior de su propia alma, que es el más antiguo y remoto de los exilios.

El ay inmenso y herido como el grito de Munch de la madre de una niña hospitalizada y muy grave que no pedía a los médicos por su vida ni a Dios milagros, sino tan sólo una sala donde llorar, un reducto de dignidad para no incomodar con su dolor a los demás. Chocó contra el muro impiadoso de la burocracia. En ese muro han quedado para siempre, por mucho que lo pintaran a toda prisa, irrebatibles, sus lágrimas de sangre atravesando las capas de cal igual que un graffiti desesperado y silencioso.

Los obreros de Antibióticos defendiendo un puesto de trabajo en la trinchera de un andén de carretera, viviendo al raso, acercando las manos a la fogata de un bidón en vez del fuego a un bidón de gasolina, como tal vez les pidiera en algún momento de rabia el cuerpo, mientras silban coches a su lado… Tantas empresas que son preguntas porque, en estos momentos, ya no pueden ser respuesta, paradojas acuciando el sueño de miles de párpados desvelados en la noche.

Ha pasado tan solo un cuarto del año y todas esas cosas de arriba han ocurrido cerca de nosotros, sin que hayamos hecho mucho caso, que acaso es todo lo que estaba en nuestra mano. Sin ni siquiera encontrar un hueco hasta ahora en esta columna andante y acostada, que se sonríe y se apena a partes iguales, según los días y según las cosas que se va encontrando por las calles del periódico y de la vida.

https://www.youtube.com/watch?v=o1dP_gyLa64 Abrazado a la tristeza, Fito

Sigue pasando la vida, como si fuera ave de paso. El vagabundo, Bernardo, leonesista zamorano, algo que muchos leonesistas ignoran aún hoy. El hombre muerto, solo, en la noche fría, que lo fue, me abrazaba y reíamos juntos. Aquí le dejé una breve nota, un te recuerdo amigo, nunca me faltó tu sonrisa y un abrazo cuando me viste mal. También yo necesité una sala lejos de las miradas cuando mi traviesa Clara, se fue antes de tiempo, ensangrentadas las dos, en un asiento de madera en la sala de urgencias, sin siquiera el consuelo de estar solas sin más pacientes allí. Y también una sala para llorarla y llorar mi pena y que mi marido me consolara y se consolase. No la había, o no la habilitaron, hasta el día siguiente. Curiosa la vida, me asignaron una, acompañada, con una mujer que se llamaba Clara, y que me decía, no te preocupes, llora tranquila. Sigue habiendo soledad en las calles dentro y fuera. Trabajadores apoyados por mujeres de mineros, que no faltan, que no se rinden, que apoyan. Grandes como la madre que las parió y el carbón que les dio la dureza de su raza. Yo no sé si crecen las ortigas, o crece el despropósito, lo que sí sé, es que la soledad y la hipocresía, viajan en vagones separados. Que la vida se va, y solo es noticia de diario para muchos. Yo en mi humilde opinión, espero que haya un día que pueda escribir, como en la canción de Mago de Oz:

"Buenos días boletines de información,
les habla tu emisora "Radio tus cojones":

Sorprendido un político incapaz de engañar
a un obispo no putero y pobre de verdad,
un documental ha sido líder de audiencia,
Pepe a Marta ya no pega y la tiene en cuenta,
se llevan las gordas y la inteligencia,
Ojalá fuera verdad..."

--Finisterra--

Y como el tema que suena de fondo, si habéis tenido a bien escucharlo, tal vez así entendáis la dureza de mi estilo...pues cómo no va a serlo si cada paso es una lucha, pero aquí sigo, no me rindo!

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Eva Riego Villazala.