FRAGMENTO
La verdadera mujer, la que nos viene del fondo de los tiempos, la mujer que nos fue dada, pertenece totalmente a un universo extraño al del hombre. Ella brilla en el otro extremo de la Creación, conoce los secretos de las aguas, las piedras, las plantas y los animales. Ella mira directamente al Sol y ve en la noche, tiene las llaves de la salud, del reposo, de las armonías de la materia. Es la bruja blanca intuida por Michelet, el hada de anchos flancos húmedos, de ojos transparentes, que espera al hombre para recomenzar el paraíso terrestre. Si ella se entrega a él, es en un movimiento de pánico sagrado, abriéndole, en la cálida oscuridad de su vientre, la puerta de otro mundo. Es la fuente de la virtud: el deseo que inspira consume la excitación. Hundirse en ella vuelve la castidad. Es estéril, ya que detiene la rueda del tiempo. O más bien, es ella quien insemina el hombre: lo vuelve a parir, reintroduce en él la infancia del mundo.
El restituye a su trabajo de hombre, que es subir lo más alto posible en sí mismo.
Se llama «superhombre», no se dice «super-mujer», ya que la mujer, la verdadera, es la que hace el hombre más de lo que es.
A ella le basta existir para ser de verdad. El hombre tiene que pasar por ella para pasar al ser, a menos que elija otros ascesis, donde también la encontrará, bajo formas simbólicas ...
Señores, descubrir la verdadera mujer es una gracia, no asustarse de ella es otra.
Unirse a ella exige la benevolencia de Dios ... Qué extraño encuentro! Ella aparece bruscamente entre el rebaño de falsas hembras, y el hombre favorecido que la voz se pone a temblar de deseo y de temor.
Todo cambiará, ya basta de jugar con sí mismo.
--Louis Pauwels--
El restituye a su trabajo de hombre, que es subir lo más alto posible en sí mismo.
Se llama «superhombre», no se dice «super-mujer», ya que la mujer, la verdadera, es la que hace el hombre más de lo que es.
A ella le basta existir para ser de verdad. El hombre tiene que pasar por ella para pasar al ser, a menos que elija otros ascesis, donde también la encontrará, bajo formas simbólicas ...
Señores, descubrir la verdadera mujer es una gracia, no asustarse de ella es otra.
Unirse a ella exige la benevolencia de Dios ... Qué extraño encuentro! Ella aparece bruscamente entre el rebaño de falsas hembras, y el hombre favorecido que la voz se pone a temblar de deseo y de temor.
Todo cambiará, ya basta de jugar con sí mismo.
--Louis Pauwels--
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