Si te atreves, hazlo, bebe de mí. De mis manos llenas de agua, de mi sangre llena de magia, del sudor de mi cuerpo, sal, para cicatrizar heridas.
Bebe en el aire las gotas que roba al mar al rededor de mi cuerpo.
De aquellos tiempos en los que los demonios no habían llenado la tierra, bebe la esencia que porto.
Bebe en momentos regalados mi alma derramada entre mis muslos para ti. Mis desechos, mis emociones, mi ausencia y mi presencia, mi bilis amarga, esa que tiré al vacío.
Si quieres ser eterno es todo más sencillo, nunca provoques el más preciado de mis líquidos, nunca hagas que beber mis lágrimas sea tu castigo. No es ofrenda, es dolor.
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