miércoles, 3 de agosto de 2016

Porque te dé la gana.





Cuando por fin estemos solos, tomaré tu mano para mirarte a los ojos, y decirte:
-quédate conmigo porque te apetece, porque quieres, porque te de la gana.
Quédate un invierno o dos veranos, tiremos piedras a manzanas coloradas y riamos como locos sin hora ni sueño.
En ese momento en que rodemos para bajar las cuestas empinadas de las lomas, dime que te quedas porque me amas. Que no hay nadie más que te quite el sueño ni nadie más con quien quieras despertarte en los rayos de un planeta sin nombre.
Tú que cargas con mi risa y mi dolor, que haces que sea más fácil cerrar puertas o tirarse de cabeza desde las nubes. Es contigo que al estar sin nadie más, jamás me siento solo. Es tu risa mi canto favorito y tu llanto la tormenta más desatada en medio del océano.
Nosotros que llegamos de dolores diferentes para coger un barco que jamás tenga escalas en lugar alguno, nosotros que traíamos cicatrices en el rostro y en el alma, aprendimos a querernos despacito y amarnos el uno al otro.
Corres en medio de la noche más obscura si crees que te he llamado y yo bajo de la locura de mi mente, de mis delirios, de mi depresión, de mi tristeza natural para abrazarte si estás triste en medio de ese camino escarpado que cierra mis dolores pasados.
Es tu camino a mi lado mi casa, es tu cuerpo mi almohada y tu alma mi esperanza para aferrarme a esa vida en que el aire que expulsas en mi boca, ese con sabor a café y a humo, es mi alimento y el que salva mi alma.

--Mayo--


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